El Celacanto silenció la especulación sobre los fósiles
EL CELACANTO SILENCIÓ LA ESPECULACIÓN SOBRE LOS FÓSILES
El celacanto es un gran pez de aproximadamente 1,5 metros de largo. Su cuerpo está enteramente cubierto por escamas, las que se asemejan a una armadura blindada. Pertenece a la clase Osteoichthyes de peces óseos, de los cuales los fósiles más primitivos datan del período Devónico, hace 360 a 408 millones de años.
Antes de 1938, los fósiles de celacanto eran presentados como la solución a un problema grave para los evolucionistas. No habían encontrado ni el más mínimo rastro de alguna de las millones o incluso miles de millones de formas intermedias que supuestamente deberían haber existido. Los evolucionistas necesitaban evidencia para avalar la supuesta transición de vertebrados del mar a la tierra. Por esta razón, tomaron el fósil del celacanto, cuya anatomía creían que era idealmente apropiada para esta perspectiva, y comenzaron a usarlo para los propósitos de su propaganda. Interpretaron las aletas de la criatura como “pies que estaban por caminar,” y una vejiga natatoria llena de grasa en su cuerpo como un “pulmón primitivo.” El celacanto fue literalmente un salvador para los evolucionistas atormentados por tal escasez de evidencia.
J. L. B. Smith, posando con el segundo celacanto atrapado en las Islas Comores en 1952.
Este fósil de celacanto, descubierto en la Formación Solnhofen en Alemania, tiene 145 millones de años de edad.
Los evolucionistas al menos habían echado mano de “uno” de los incontables eslabones perdidos que deberían haber llegado a ser millones.
El renombrado evolucionista francés Dr. Jacques Millot, quien pasó años estudiando al celacanto, describió cómo muchos se escondieron tras este fósil como una sola evidencia:
Uno de los más grandes problemas de la evolución ha sido encontrar los eslabones anatómicos entre los peces y sus descendientes terrestres... Por mucho tiempo los evolucionistas estaban atormentados por este importante vacío entre los peces y los anfibios. Pero el hueco ha sido llenado por estudios de peces primitivos y en este caso es cuando interviene el celacanto. 21
Sin embargo, esta alegría para los evolucionistas fue corta, cuando un espécimen de celacanto vivo fue capturado por unos pescadores en 1938. Esto les produjo una terrible desilusión. James Leonard Brierley Smith, un instructor en el Departamento de Química de la Universidad Rhodes y también director honorario de varios museos de peces en la costa sur de Inglaterra, expresó su sorpresa al enfrentarse con este celacanto capturado:
Aunque había venido preparado, esa primera vista fue como un golpe y me hizo sentir tembloroso y raro, mi cuerpo tenía un hormigueo. Quedé como si me hubieran golpeado con una piedra. Sí, no había ni la mas mínima duda, escama por escama, hueso por hueso, aleta por aleta, era un verdadero Celacanto.22
La imagen más abajo muestra a J. L. B. Smith, con un celacanto atrapado vivo. Al costado hay cartas mandadas a Smith, del Museo del Este de Londres, sobre el tema y un anuncio que envió a otros cazadores de celacantos.
El descubrimiento de este eslabón perdido imaginario, el cual alguna vez se creía que tenía contactos cercanos con los supuestos ancestros del hombre, en la forma de un fósil viviente, fue un desastre más que significativo para los círculos Darwinistas. El celacanto, la prueba supuestamente más grande de la teoría de la evolución, había sido demolida. El candidato potencial más importante en la transición ficticia del mar a la tierra resultó ser una forma extremadamente compleja de vida aún viva en las aguas profundas y no presentaba ninguna característica de forma intermedia en absoluto. Este espécimen vivo fue un fuerte golpe para la teoría de la evolución de Darwin.
Cuando este pez fue presentado a la prensa a mediados de marzo de 1939, aparecieron artículos sobre él en diarios y revistas de todo el mundo, desde Nueva York hasta Sri Lanka. Ilustraciones de tamaño natural de la criatura se imprimieron en el Illustrated London News. Junto a la imagen había un artículo escrito por el Doctor E. I. White del Museo Británico. Titulado “Uno de los Sucesos más Sorprendentes en el Campo de la Historia Natural en el Siglo XX”, el artículo describía el descubrimiento como “sensacional” y afirmaba que era tan sorprendente como sería el hallazgo de un ejemplar vivo del dinosaurio Mesozoico Diplodocus de 2,5 metros de largo. 23
J. L. B. Smith realizó innumerables investigaciones sobre el celacanto en los años que siguieron, dedicando literalmente toda su vida a él. Dirigió investigaciones en varias partes del mundo para encontrar un celacanto vivo en el fondo del mar y examinar sus órganos internos en detalle. (Ya que el primer celacanto capturado fue entregado a Smith sólo un tiempo después del evento, había sido imposible conservar sus órganos internos.)
Un segundo celacanto fue encontrado años después. Sin embargo, el pez murió luego de ser retirado de las aguas profundas en las que vivía y traído a las tibias y poco profundas aguas de la superficie. No obstante, fue posible examinar sus órganos internos. La realidad que encontró el equipo investigador, dirigido por el Dr. Jacques Millot, fue muy diferente a la que habían esperado. Contrario a lo que esperaban, los órganos internos del pez no tenían características primitivas en absoluto, y no tenía los atributos de una forma intermedia, de un supuesto ancestro primitivo. No poseía un pulmón primitivo, como los evolucionistas venían afirmando. La estructura que los investigadores evolucionistas imaginaron como un pulmón primitivo era en verdad una vejiga natatoria llena de grasa. 24
Además, el pez, que había sido descrito como un precursor de los reptiles que estaba por emerger a la tierra, fue un animal que habitaba en el fondo del mar y que nunca subió más allá de los 180 metros de profundidad.25 Incluso subirlo a aguas poco profundas le causó la muerte. Por lo tanto, según Millot, esta criatura tan buscada que debería haber representado el “eslabón perdido” no tenía ninguna de las características primitivas de una forma de vida que supuestamente estaba sufriendo un proceso de evolución.26 En otras palabras, el pez no era una forma intermedia y había vivido en las profundidades del océano con los mismos rasgos por los últimos 400 millones de años.
EL CELACANTO
ES FONDOES UN PEZ QUE VIVE EN EL FONDO DEL AGUASDEL MAR HALLADO EN AGUAS PROFUNDASPROFUNDAS
UN FÓSIL DE CELACANTO
DE 410 MILLONES DE
AÑOS DE EDAD
Muchos celacantos vivos fueron atrapados
después de 1938. De esta
forma, fue revelado que estos peces
vivían en las aguas profundas del
océano y nunca se elevaron más de
180 metros. Surgió el hecho de que el
celacanto no era, como los darwinistas
habían afirmado por mucho
tiempo, una forma intermedia, sino un
"fósil viviente" que había sobrevivido
sin cambios por 400 millones de años.
En un artículo publicado en la revista Nature, el paleontólogo evolucionista Peter Forey dijo lo siguiente:
El descubrimiento del Latimeria [nombre científico del celacanto] creó esperanzas de recopilar información directa sobre la transición de los peces a los anfibios, porque había en ese entonces una creencia arraigada de que los celacantos eran muy cercanos a los ancestros de los tetrápodos... Pero estudios de la anatomía y fisiología del Latimeria han revelado que esta teoría de relación era incompleta, y que la reputación del celacanto vivo como un eslabón perdido parece injustificada. 27
Todos los celacantos encontrados posteriormente y estudiados en sus hábitats naturales confirmaron nuevamente este hecho, y de una manera incluso más explícita. La idea de que la criatura tenía aletas que estaban en un proceso de cambio para permitirle caminar no era más que un engaño. Como dijo el evolucionista y biólogo alemán Hans Fricke, del Instituto Max Planck: “Confieso que lamento que no hayamos visto nunca a un celacanto caminar con sus aletas.” 28
Para los darwinistas, la existencia y cantidad de fósiles vivientes era un dilema en sí mismo. Pero cuando el celacanto – el cual habían descripto como la “más grande prueba de la evolución” – resultó ser otro fósil viviente, el problema al que se enfrentaban se convirtió en una gran dificultad.
Esta situación desterró todas las teorías desarrolladas por los evolucionistas sobre los fósiles vivientes. Los darwinistas habían afirmado que para que una forma de vida se mantenga sin cambios, tenía que ser “generalizada.” O sea, para mantenerse igual, una criatura tenía que poder vivir en cualquier medio ambiente y alimentarse de todas las maneras posibles. Pero con el celacanto, ahora se enfrentaban a una especie altamente compleja y “especializada.” El celacanto vivía en aguas profundas, en un medio ambiente específico, y tenía su propia manera de alimentarse. Esto significaba que todas las afirmaciones hechas por los evolucionistas eran falsas.
¿Cómo se las había arreglado este pez para soportar los cambios en la Tierra en el transcurso de su propia historia y mantenerse sin cambios? De acuerdo a los evolucionistas, los continentes habían sufrido cambios hace unos 250 millones de años – y por eso deberían haber tenido un efecto en el celacanto, el cual había existido por 150 millones de años. Pero por alguna razón, y a pesar de los cambios en su medio ambiente, este animal no mostraba alteración alguna.
Un fósil de celacanto de 240 millones de años de edad hallado en Madagascar.
La revista Focus describe la postura de esta manera:
De acuerdo a los datos científicos, todos los continentes estaban unidos hace aproximadamente 250 millones de años. Esta enorme área de tierra estaba rodeada por un solo océano gigante. Hace alrededor de 125 millones de años, el Océano Índico se abrió porque los continentes cambiaron de lugar. Las cuevas volcánicas en el Océano Índico, las cuales forman una gran parte del hábitat natural del celacanto, se originaron bajo la influencia de este movimiento de los continentes. Una verdad importante emerge a la luz de todos estos hechos. Estos animales, que han existido por algunos 400 millones de años, se han mantenido iguales a pesar de los muchos cambios en su medio ambiente natural!29
Esta situación excluye cualquier posibilidad de debate y confirma que este pez se ha mantenido sin cambios por millones de años – dicho de otro modo, que nunca evolucionó. En su libro La Historia del Celacanto, el profesor Keith S. Thomson dice esto sobre el tema:
De manera similar, por ejemplo, el celacanto más antiguo conocido (Diplocercides) poseía un órgano rostral (término usado por los zoólogos para referirse a los sacos llenos de una sustancia gelatinosa en su cráneo, y los seis tubos adjuntos a él), una articulación de cráneo especial, una médula ósea vacía (notocordio) y algunos dientes. En la misma manera en la que esto muestra que el grupo se ha mantenido casi sin cambios desde el período Devónico (por 400 millones de años), también revela que hay un gran bache en los registros fósiles, ya que no tenemos la cadena de fósiles ancestrales que muestren el origen de todas las características comunes observadas en todos los celacantos. 30
Nueva información sobre el celacanto
El fósil aquí ilustrado muestra que las escalas del celacanto han sido fosilizadas en considerable detalle. Al costado, puede verse una escala de celacanto. A pesar de que pasaron cientos de millones de años, no ha tenido lugar ningún cambio en la estructura del celacanto.
La última información sobre la estructura compleja del celacanto sigue representando un problema para los evolucionistas. El profesor Michael Bruton, director del renombrado Instituto Sudafricano JLB Smith de Ictiología, dice lo siguiente sobre las características complejas del celacanto que han sido descubiertas:
El parto es una de las características complejas de esta criatura. Los celacantos traen a sus crías al mundo por medio de un parto. Los huevos, del tamaño de una naranja, se incuban dentro del pez. También se ha descubierto que las crías son alimentadas a través de un órgano en el cuerpo de las madres que se parece a una placenta. Además de proveerle a la cría oxígeno y alimento, la placenta es un órgano complejo que extrae los desechos de la respiración y la digestión de los cuerpos de los bebés. Embriones fósiles del período Carbonífero (hace 360-290 millones de años) muestran que este sistema complejo existía desde mucho antes de que los mamíferos aparecieran. 31
El descubrimiento de que el celacanto es sensible a las corrientes electromagnéticas a su alrededor indica la presencia de un complejo órgano sensorial. Mirando a los nervios que conectan el órgano rostral del pez a su cerebro, los científicos concordaron que este órgano es responsable de detectar corrientes electromagnéticas. El hecho de que este órgano perfecto esté presente en otras estructuras complejas, provoca una dificultad que los evolucionistas no pueden resolver.
La revista Focus describió de esta manera el problema:
De acuerdo a los fósiles, el pez surgió hace unos 470 millones de años. Es sorprendente que esta criatura, de la cual se esperaría que poseyera atributos muy primitivos, en verdad tiene una estructura muy compleja.32
Puesto que los evolucionistas esperan un proceso evolutivo gradual. La aparición del celacanto con sus estructuras complejas, cuando esperan que hayan existido formas de vida primitivas ficticias, es por supuesto sorprendente. Sin embargo, para gente racional – que puede comprender que Dios ha creado todos los seres vivientes y sus estructuras complejas en la forma y en el momento que El escogió – no hay nada sorprendente en esto. Los especímenes perfectos creados por Dios son todos medios por los cuales podemos admirar Su fuerza y poder.
Un celacanto atrapado y congelado en 1966 brindó nueva información sobre la sangre del animal. Aparte del celacanto, todos los peces óseos (Osteichthyes) satisfacen sus necesidades de agua al beber agua del mar y expulsar el exceso de sal de sus cuerpos. El organismo del celacanto, sin embargo, se parece al de los peces cartilaginosos (Chondrichthyes), entre los cuales está incluido el tiburón. Este pez convierte el amoníaco despedido como resultado de la disolución de las proteínas para formar urea, y mantiene un nivel alto de urea en su flujo sanguíneo que sería letal para los seres humanos. Ajusta el nivel de estas sustancias en su sangre de acuerdo a la salinidad del agua que lo rodea. Ya que el agua asume un nivel isotónico con el agua marina a su alrededor (porque las presiones osmóticas internas y externas son igualadas, logrando que ambas tengan la misma intensidad), no se pierde agua al exterior.
Se reveló que el hígado del celacanto posee las encimas necesarias para fabricar urea. En otras palabras, tiene propiedades sanguíneas únicas que no se encuentran en otros miembros de su clase y que surgieron sólo decenas de millones de años después en tiburones -miembros de una clasificación totalmente diferente.33 Todo esto demuestra que el celacanto, que era mostrado como el más grande eslabón en la supuesta evolución de los seres vivientes, refuta todas las afirmaciones evolucionistas, así como innumerables especímenes que viven en la actualidad.
Un fósil de celacanto de 400 millones de años
Los darwinistas experimentaron un gran shock cuando un celacanto vivo fue capturado, y de esa forma se enfrentaron con el hecho de que su teoría no era científica.
Este ejemplo demuestra claramente el tipo de propaganda de gran alcance de la que son capaces los evolucionistas, basándose en un único fósil, y cómo pueden diseminar ese engaño sin ninguna evidencia concreta. Incluso después de la captura de un celacanto vivo, nótese que todavía no abandonan sus afirmaciones, sino que continuaron buscando en el espécimen vivo “una aleta que sufra cambios que le permitan caminar”. No encontraron evidencia alguna al efecto que el celacanto, cuyas características complejas muestran claramente que ha sido creado, fuera una forma intermedia.
Buscaron producir evidencia contra Dios, pero él eliminó todas sus pruebas falsas. Lo que queda es, en su lugar, la prueba de una creación inmaculada.
Fussnoten
21. Jacques Millot, The Coelacanth, Scientific American, Band 193, Dezember 1955, S. 34
22. Samantha Weinberg, A Fish Caught in Time: The Search For the Coelacanth, Perennial Publishing, 2000, S. 20
23. ebenda., S. 28-29-30
24. www.ksu.edu/fishecology/relict.htm
25. Bilim ve Teknik (Science and Technology Journal), November 1998, Band 372, S. 21; http://www.cnn.com/TECH/ Science /9809/23/living.fossil/index.html
26. Samantha Weinberg, A Fish Caught in Time: The Search For the Coelacanth, Perennial Publishing, 2000, S. 102
27. S. L. Forey, Nature, Band 336, 1988, S. 7
28. Hans Fricke, Coelacanths: The Fish That Time Forgot, National Geographic, Band 173, Nr. 6, Juni 1988, S. 838
29. Focus, April 2003
30. ebenda.
31. ebenda.
32. ebenda.
33. ebenda.