Darwin estaba equivocado: Las especies nunca han cambiado

Quizás el mayor problema que (Darwin) tuvo que enfrentar fue los medios por los cuales sucedieron características adaptativas de generación en generación, ya que los principios de la genética estaban aún por ser descubiertos al momento de la muerte de Darwin. Un segundo problema que no pudo resolver estaba relacionado con la naturaleza de los registros fósiles.1

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Charles Darwin

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VI) Perm
V) Jüngeres Karbon
IV) Älteres Karbon
III) Devon
II) Kambrium
I) Präkambrium

Los fósiles son una de las principales fuentes de información sobre los distintos períodos de la historia de la Tierra. Proveen información no solamente de la historia natural, sino también de la historia de la Tierra misma. Tipos específicos de fósiles se encuentran solamente en estratos específicos y en tipos específicos de roca sedimentaria. Los grupos de fósiles son únicos en cada estrato consecutivo de roca y representan una especie de firma de cada estrato, permitiéndoles a los paleontólogos especificar su fecha con exactitud.

Darwin le dio el nombre de “teoría de la evolución” a la hipótesis que desarrolló, sobre las dos expectativas descriptas por Douglas Ward en el fragmento citado arriba.

Su primera suposición fue que los genes provocaban que las características pudieran ser transmitidas, de una manera imaginaria a las generaciones siguientes, lo que resultó en cambios entre las especies. Su otra conjetura fue que esta serie de cambios imaginarios serían preservados en registros fósiles.

Fue fácil para Darwin afirmar que los cambios que ocurren en la anatomía de un ser vivo, los que fueron transmitidos a las generaciones subsiguientes, eventualmente resultarían en una nueva especie. A mediados del 1800, cuando Darwin produjo sus ideas innovadoras, era una época relativamente “primitiva”, científicamente hablando. El estudio de la genética no había nacido aún. La complejidad de la célula y sus cromosomas,  y sobre todo el  ADN, estaban aún por ser descubiertos. La gloriosa estructura de los genes, la cual determina las características de todo ser viviente, los datos que esos genes contienen y la sensibilidad dentro de ellos eran cosas todavía completamente ignoradas.

También fue fácil para Darwin demostrar que los registros fósiles que existían en algún lugar del mundo eventualmente confirmarían estos cambios hipotéticos entre especies. De acuerdo a estas afirmaciones, existían fósiles de forma intermedia en capas geológicas, pero que simplemente no habían sido descubiertos aun. En su época, el número de especímenes fósiles extraídos de rocas era aún muy limitado. Ya que no había aparecido ninguna “forma intermedia”, Darwin esperaba que algún día en el futuro, la gente comenzaría a descubrir estos “eslabones perdidos” imaginarios. Todo lo que se necesitaba era suficiente tiempo y que se realizaran estudios detallados.

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Darwin fundamentó su teoría en esos dos supuestos básicos, pero un examen minucioso no revela evidencia ni observación – porque esencialmente, la teoría de la evolución fue presentada por razones totalmente ideológicas, y no científicas. Fue desarrollada para apartar a la gente de la fe en Dios y ofrecerles una alternativa al hecho de la Creación. Fue una adaptación a la historia natural de la lógica materialista que estaba siendo diseminada por todo el mundo con este objetivo en mente. Se aceptó que la teoría estaba siendo propuesta en el nombre de la ciencia, de nuevo, debido al estado primitivo de la ciencia en ese momento. La falta de lógica de la afirmación estaba a la vista, pero bajo los estándares científicos de esa era, la evidencia que revelaría la total falta de pruebas de la teoría aún no había sido entendida.

El aproximadamente siglo y medio que siguió, rápidamente proveyó incontables pruebas científicas que demostraron la invalidez de las hipótesis de Darwin y el hecho de que su teoría carecía de veracidad. Los hechos revelados por la genética erradicaron completamente la idea de que las especies “descienden” la una de la otra por cambios mínimos. Tal como ahora sabemos, los genes son extremadamente complejos y delicados. Cualquier mutación tendría un efecto adverso y dañino en ellos. Es por lo tanto imposible que ocurran en ellos cambios inconscientes y aleatorios de modo que la estructura de un organismo se convierta en otro con funciones diferentes. (para más detalles, ver Refutación al Darwinismo, de Harun Yahya, de Goodword Publishing.)

Los registros fósiles también representan una desilusión para los darwinistas de nuestros días. Ninguno de los fósiles de forma intermedia que Darwin esperaba fueran descubiertos en el futuro fueron encontrados en las excavaciones. La idea de que el registro de fósiles es “inadecuado” ya no es parte del credo darwinista, porque la Tierra ha dado ya casi todos los especímenes en existencia. Una gran parte del planeta ha sido investigada, y la paleontología revela que, de hecho, no existe ni un solo ejemplo de una “transición.” Los seres vivientes que existieron hace cientos de millones de años no han cambiado en ese tiempo.

El difunto paleontólogo evolucionista de la Universidad de Harvard, Stephen Jay Gould, afirmaba abiertamente que Darwin era consciente de ello. Como él escribió: “El registro fósil le había causado a Darwin más penas que alegrías.” 2

Los evolucionistas Niles Eldredge y Ian Tattershall, del Museo Americano de Historia Natural, han descripto su posición en estos términos:

“...el hecho de que clases individuales de fósiles se mantienen iguales a través de su existencia en los registros fósiles había sido conocido por paleontólogos mucho antes que Darwin publicara Orígenes. El mismo Darwin profetizó que las futuras generaciones de paleontólogos llenarían estos espacios con búsquedas diligentes. ...ciento veinte años de investigaciones paleontológicas después, han evidenciado que los registros fósiles no confirmarán esta parte de las predicciones de Darwin. Tampoco es el problema los escasos registros fósiles. Estos registros simplemente demuestran que la predicción es errónea. La observación de que las especies son sorprendentemente conservadoras y se mantienen como entidades estáticas durante largos períodos de tiempo tiene todas las características de las ropas nuevas del emperador: todos lo saben pero prefieren ignorarlo. Los paleontólogos, al enfrentarse con un registro recalcitrante que obstinadamente se rehúsa a arrojar el patrón que predijo Darwin, simplemente miran hacia otro lado. 3

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En resumen, Darwin llegó a su teoría de la evolución ignorando deliberadamente todas estas imposibilidades, a pesar de que eran conocidas en ese momento. No hay posibilidades científicas de que haya habido cambios genéticos útiles por medio de efectos aleatorios en las especies, o de que ellos hayan sido trasmitidos a las generaciones que las siguieron. Los fósiles no revelan tales cambios, y no exhiben ni una de las hipotéticas formas intermedias que deberían haber existido en el transcurso de cientos de millones de años.

Siendo este el caso, ¿qué evidencia científica mantiene viva la teoría de la evolución?

¡No existe ninguna evidencia! Esto demuestra una vez más que las razones para apoyar el darwinismo son ideológicas más que científicas. El protocolo científico requiere que se plantee una hipótesis, y que luego se convierta en ley sólo después de que se presenten suficientes pruebas. Sin embargo, esto no se aplica a la evolución, debido a que no hay evidencia alguna que apoye esta teoría. A pesar de esto, todavía mantiene su lugar en libros de texto y aparece en los medios de comunicación, en informes altamente engañosos. Es protegida por leyes y preservada por la lógica de que “es inmutable, y no puede tomarse decisión alguna contra ella”. La única razón para esto es que la teoría de la evolución es una creencia dogmática, no una tesis científica.

 

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Los registros fósiles refutan constantemente las afirmaciones de Darwin y apuntan a la Creación. Todos los intentos de los darwinistas por probar lo contrario han terminado en fracasos. La evidencia en rocas sedimentarias documenta y afirma claramente que los seres vivos nunca sufrieron una evolución. Dos de las grandes pruebas de esto son – nuevamente – la ausencia de fósiles de forma intermedia y el “estancamiento” estancada en el mismo registro fósil.

 

Fussnoten

1. Peter Douglas Ward, On Methuselah's Trail, W. H. Freedman and Company, 1992, S. 9

2. Stephen J. Gould, The Panda's Thumb, 1980, S. 238-239

3. N. Eldredge, and I. Tattersall, The Myths of Human Evolution, Columbia University Press, 1982, S. 45-46